Me matas en lo profundo
en el lento ritmo y el vaivén,
al compás del agua viva
cuando golpea nuestras paredes
y por las ventanas.
Desangras mis pensamientos
en torrentes nocturnos
que atizas entre esperas
y estampidas de sabor,
de papilas y dopaminas.
Desgarras el sudor de mi piel
como quien deshoja una rosa
y desespera por la entrega
inflamando mis manos
a fuerza de caricias.
Atacas por detrás
y en mi entrega de ola
ahogas mis gritos
en el reclamo de la promesa
y su rojo fruto ardiente.
Castigas mis campos
con la dulce tormenta de verano
que reclama tierra seca
que se viene,
que anega,
ríos,
delirios
y nada más.
16-5-2012