martes, 12 de junio de 2012

Yo si creo en los cuentos de hadas.

La marea baja dejaba al descubierto la mitad que tragaba cada día el mar de un cementerio tan abandonado como el tiempo mismo.  Cientos de nombres ilustres tallaban las piedras.  Otros eran simples desconocidos.  Cerca de las rocas frente a la playa del camposanto sobresalía una lápida en la que se leía " A nuestra Reina Ariel, que el Altísimo la tenga en su gloria "
En el mundo ya no quedaban personajes de fantasía o cuando menos, ninguno se atrevía a ser parte de una locura como la vivida en la antigüedad.  Bien conocidas eran las historias de las princesas que luego de encontrar su amor eterno y cerrar el libro de sus vidas tuvieron que levantarse y junto a ellas, sus príncipes, reyes y pueblos en conflictos y problemas que venían junto a la modernidad de la cual se habían resguardado durante varios siglos en su isla.  Era así como Jazmín había muerto en un bombardeo de las fuerzas aliadas que por error de cálculo atacaron varios fuertes de Al Qaeda junto a los cuarteles de la reina, en los cuales se encontraba desafortunadamente esa noche de mayo.  Luego de años de lucha y un próximo retiro de las tropas invasoras, todo el pueblo estaba alegre con la esperanza de regresar a la normalidad.