El día de los silencios comenzó a paso cerrado. Sin palabras el mundo siguió girando como un rayo sigue su curso a la nada.
Las aves trinaban, el viento soplaba, el volcán crepitaba y rugía. Algo como un vacío antes perdido ahora se volvía parte de todo.
Los árboles fueron los primeros en borrarse, luego los mares, los animales, la basura, aquello que vivía desaparecía, hasta el sol y su mayor hermana.
El día de los silencios no llegó a cumplir sus veinticuatro horas de vida, porque el día y los silencios se fueron.