jueves, 10 de septiembre de 2009

Poema circular

Morí a tu lado

Ayer besé tus manos para enlutar mi alma
dejé correr tus besos sobre mi cuerpo
tomé tus caderas, mi trofeo
hasta encontrar exhausto cada poro de tu piel.

Descansé en tu vientre sin destino
para intentar revivir en el
lo que haré contigo en el pasado.

Oí latir en tu pecho mis ilusiones
y exhalaban sus últimos respiros.

Te has convertido en bestia.

Volveré a tocarte? ¡Jamás!
Sobre esta cama no vuelves ya
porque (en ella) reinan lágrimas de cristal
afiladas, listas para ser guillotinas.

Dejaré de saber tu bello nombre,
acallaré mi memoria para los locos,
volveré mis pasos hacia el sol.

Aunque tenga el amor para hacerte mío,
tienes el sable para cortar mi aliento.

El sol cae herido de muerte.

Entre mis brazos como cuarto menguante
palpita con su luz de atardecer
y de aquí, para otros hombres, se retira
glorioso hermano de luna.

El hombre te busca, te imita
te llora, te anhela y te añora
en la vela, en cada bombilla apagada

sin llama ni relámpago de campo.
La oscuridad sin ella es terrible.

Si las nubes cubren su rostro.

Tomaré sus manos en las mías.
Cantaré calladito un recuerdo
de niño, para ella, la mía.
Y seré yo recostado en su regazo

el que cante y la cobije
aunque de ella sea poco su cuerpo
o nada más que hoja arrugada.

Y no estaré tanto tiempo
no tanto como esperan verme.

Porque jamás me habré ido.

Aunque el horizonte pierda la barca
o el cielo devore su vuelo.
Yo aquí, el cuerpo allá,
Yo contigo, tu sin mi

Unidos inevitablemente por mundos.
Y cuando en la noche te busque (te sueñe)
te haré el amor y tu a otro.

Que la distancia es solo tiempo
y el recuerdo un estrago, porque…

Morí a tu lado